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No es ningún secreto que cada vez nos preocupamos más por los asuntos de la salud. Entre estos, la alimentación cobra un especial protagonismo: quien más y quien menos cuida un poco su dieta, o al menos lo intenta. Por esta razón, dentro de ese estilo de vida saludable con el que todos soñamos, uno se cuestiona especialmente la calidad de los alimentos y los ingredientes que contienen. Estas cuestiones tampoco pasan desapercibidas a la hora de adquirir un jamón ibérico de gran calidad, como lo es el jamón de Dehesa de Solana. Sigue leyendo y te contamos toda la verdad sobre los conservantes y aditivos del jamón ibérico.
Cada vez nos fijamos más en las etiquetas del producto para estudiar su origen y composición, así como para ver si llevan o no conservantes artificiales
La preocupación por los aditivos artificiales
Aspectos como la composición de los alimentos, su origen y el conocer de primera mano si llevan o no aditivos se han convertido en una preocupación común en mucha gente.
Ejemplo de ello es el furor por la comida orgánica, muy presente sobre todo en algunos países europeos como Alemania. Esta obsesión lleva a muchas personas a pagar un extra importante de dinero. Todo con tal de que se les garantice que el producto que compran no lleva productos tóxicos que eventualmente puedan conducir a enfermedades como el cáncer.
La comida orgánica es aquella certificada como libre de residuos químicos como pesticidas, fungicidas o herbicidas. En general, un alimento orgánico es el que no ha sido tratado químicamente de ninguna manera. Además de la ausencia de toxinas, también se busca que los alimentos se produzcan dentro del marco de la sostenibilidad medioambiental.
Los cerdos ibéricos se crían en libertad y con una alimentación a base de piensos naturales y bellotas, y son animales a los que no se les hormona artificialme
El jamón ibérico es un producto natural y contrario a los alimentos ultraprocesados de los que huimos a la hora de cuidarnos. Sin embargo, esto no quiere decir que no necesite de algunos aditivos, al margen del más evidente y que todos conocemos, que es la sal.
A lo largo de su proceso de elaboración y curación, el jamón ibérico necesita de ciertos aditivos, como la sal, que no merman su calidad ni suponen ningún tipo de amenaza para la salud.
Los aditivos del jamón más frecuentemente empleados en su elaboración son el nitrito sódico (E-250) y el nitrato potásico (E-252). Estos ingredientes generan cierta preocupación en el consumidor, y por ello están limitados por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.
Sin embargo, en el caso del jamón los conservantes no deben preocuparnos. La razón es la siguiente: el problema viene cuando estos se convierten en nitrosaminas, una sustancia cancerígena. Este hecho, sin embargo, no puede suceder en el jamón por varios motivos:
-Tienen una tasa muy baja de nitritos y nitratos, sin duda insuficiente para generar nitrosaminas.
-Como producto, y en lo relativo a su composición, el jamón tiene pocas probabilidades de producir estas sustancias nocivas.
-La transformación a nitrosaminas se produce cuando se cocina el alimento o se somete a altas temperaturas, y siempre en concentraciones mucho mayores de las que presenta el jamón.
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